viernes, abril 30

DOS


Cada vez que no sentía el corazón latiendo en el pecho era por una razón, una tortuosa y bendita razón. Entregaba mi alma cuando amaba, y me devolvían sólo escombros de lo que un día fue una fortaleza. Pero yo lo decidía de esa manera, yo apostaba en un juego en donde sabía que perdería, y lo hacía con gusto. Después de todo... nunca me importó en qué condiciones quedaría mi mente después de decir un "te amo", después de todo el dolor que sentía cuando pisoteaban mi amor, yo me sentía de alguna manera bendecida. Pues luego de ese amargo sorbo de rechazo o engaño caía sobre mi una dulce lluvia que limpiaba mis heridas, no desaparecían, pero las refrescaba y con ello me sentía complacida. Qué culpa podría tener yo en querer regalar cada uno de mis suspiros? Yo sólo amaba...ya qué. NO HABÍA NADA QUÉ HACER. APRENDÍ A VIVIR CON ELLO.     Pero... era sólo con ciertas personas. Ellos, los dos... cada uno a su manera me destrozó la vida, cada uno contribuyó con la causa. ACABAR CON MI ALEGRÍA. LOS AMABA, SÍ! AMABA AMARLOS! PERO SUFRÍA!, y he llegado a pensar que amaba ese sufrimiento también.

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